Más de 300 artistas del Grupo Folklórico de Oaxaca, A.C. dieron vida a un espectáculo monumental con música en vivo, escenografías impactantes y vestuarios llenos de color y simbolismo. La presentación retrató con fuerza y sensibilidad el nacimiento, evolución y consolidación de la máxima fiesta de las y los oaxaqueños.
El relato escénico llevó a los asistentes por cuatro etapas históricas: la era prehispánica, la época colonial, el México Independiente y la actualidad. En la primera parte, se representó la antigua Fiesta de los Señores, dedicada a Centéotl, diosa del maíz, donde se escenificaron ofrendas, danzas rituales y el sacrificio simbólico de una doncella. Esta ceremonia ancestral es considerada el origen espiritual de la Guelaguetza.
En el periodo colonial, se mostró la transición hacia festividades católicas, como la fiesta de la Virgen del Carmen, acompañada de calendas, monos gigantes, zancudos y enanos que llenaron de alegría el escenario.Durante la etapa del México Independiente, se revivieron las tradicionales reuniones en el Cerro del Fortín, donde personas de distintos orígenes se encontraban para convivir, compartir comida, juegos y costumbres, consolidando así una celebración del pueblo para el pueblo.
Uno de los momentos más impresionantes fue la aparición de la monumental serpiente, que emergió entre humo y fuegos artificiales, llenando de asombro la Rotonda de la Azucena.
La escena final, en representación de la época contemporánea, fue protagonizada por mujeres de las ocho regiones del estado portando orgullosamente sus trajes típicos, mientras declamaban el poema “¡Yo soy Oaxaca!”, enalteciendo el orgullo, la identidad y la diversidad cultural de los pueblos oaxaqueños.
El Bani Stui Gulal no solo conmovió por su belleza visual y escénica, sino que reafirmó el espíritu colectivo que da vida a la Guelaguetza: la unión de los pueblos, la celebración de las raíces y la fuerza de una cultura que sigue compartiéndose con el mundo.
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