Un fragmento del pasado volvió a la vida en San Jacinto Amilpas. Se trata de un mural que reproduce un antiguo mapa de 1700 escrito en náhuatl (nawatlahtolli), y que ahora ocupa un lugar visible en las instalaciones del ayuntamiento local.
La obra, titulada Mapa de plano en nawatlahtolli del pueblo de San Jacinto Amilpas, fue inaugurada este fin de semana como parte de los esfuerzos del Instituto de Lenguas Originarias de Oaxaca (ILEO) por darle presencia pública a las lenguas indígenas, muchas veces silenciadas en el devenir histórico del estado.
“No es solo un mural decorativo. Es un acto de memoria y de dignificación lingüística”, señaló Víctor Cata, titular del ILEO, quien encabezó la develación. En su intervención, destacó que poner el náhuatl en un espacio público tiene un fuerte valor simbólico, pues rompe con siglos de invisibilidad y exclusión. “Esta lengua ha sido vehículo para nombrar el territorio mucho antes de que existiera el Estado moderno. Y sigue viva”, dijo.
El mural —una composición de seis por cuatro metros— fue realizado por el artista Bernardo Ruiz, con asesoría lingüística de la maestra hablante Martha Cervantes. Juntos, buscaron mantener fidelidad no solo al diseño del mapa original, sino también al espíritu con el que fue elaborado: como una herramienta para entender, habitar y defender el territorio.
“Cuando una lengua se escribe en el muro de un pueblo, no solo se pinta: se afirma”, agregó Cata. “Es una manera de recordarnos que nuestros saberes, nuestras formas de hablar y entender el mundo, siguen ahí. Resistiendo”.
La iniciativa forma parte de una serie de acciones para visibilizar las lenguas originarias en Oaxaca, y para inscribirlas no solo en la vida cotidiana, sino también en los espacios públicos y simbólicos. Más allá de lo artístico, el proyecto busca ser una forma de reparación histórica hacia las comunidades que durante siglos han sido marginadas por hablar sus lenguas ancestrales.
El mural de San Jacinto Amilpas es también una invitación a mirar los muros con otros ojos. A leer en ellos no solo colores y formas, sino historias, resistencias y un idioma que se niega a desaparecer.
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