El pasado 6 de julio de 2025 falleció a los 103 años de edad la maestra artesana Epitacia Cruz Cabrera, conocida con cariño como “Na Tacha”, figura emblemática del arte textil oaxaqueño y referente de la cadenilla de grecas del Istmo de Tehuantepec.
Nacida en 1922 en Asunción Ixtaltepec, Na Tacha se consolidó como una portadora del patrimonio textil istmeño. Desde los 12 años, heredó de sus mayores el dominio del trazo geométrico y floral que define la iconografía del huipil tradicional, situando a su comunidad en la cartografía artesanal nacional.
A lo largo de más de siete décadas de trabajo, Na Tacha perfeccionó técnicas como el bordado con aguja fina, el tejido de gancho y, principalmente, la cadenilla en máquina de pedal, un saber que forma parte de una tecnología textil de transmisión intergeneracional. Aunque no sabía leer ni escribir, diseñaba sus patrones con regla, escuadra y cartones reciclados, logrando composiciones complejas y armónicas, hoy reconocidas como parte del legado cultural de Oaxaca.
Reconocida como “La mujer del huipil”, preservó la cadenilla de grecas como signo identitario del pueblo guiaati’, reafirmando su papel como depositaria de saberes comunitarios. Sus diseños, tanto geométricos como florales, confirman la función de la artesanía como archivo material de la comunidad, donde cada figura expresa historia, memoria y pertenencia colectiva.
Na Tacha fue madre de siete hijos y formó una extensa familia que continúa su legado. Entre ellos destaca su bisnieto, Adonis Cruz, quien desde pequeño aprendió de ella los secretos del bordado. Hoy, él continúa su obra y mantiene viva esta técnica que, gracias a su bisabuela, ha trascendido generaciones.
En 2022, al cumplir 100 años, fue homenajeada por su comunidad y reconocida por artistas y promotores culturales como una figura clave de la tradición zapoteca. En aquel festejo, compartía con sencillez y alegría su gusto por seguir bordando, su amor por los mangos y su satisfacción de haber dedicado la vida entera a una labor que considera sagrada.
Su fallecimiento representa no solo la pérdida de una gran maestra, sino también el cierre simbólico de una generación que supo vincular con maestría la técnica, el simbolismo y la identidad. No obstante, su legado permanece vivo en cada puntada, en cada diseño que su comunidad continúa bordando y portando con orgullo.
Na Tacha no se fue: se tejió para siempre en la historia viva de Oaxaca.
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